El regreso de Rafita.

Un joven que realizaba unos trabajos en casa, y había sido testigo de la llegada de Rafita, me preguntó si lo habíamos liberado, le respondí que sí.  Él acababa de ver un perico y le parecía que era el mismo. Corrimos al área de la terraza y en efecto Rafita no solo había regresado, sino que se paseaba por los muebles de nuestro den.

No tenía buen semblante, buscaba comida, de inmediato lo agarramos, eso fue fácil, y  lo llevamos a la jaula.  Le pusimos comida y agua.  Vanessa comentó que esta vez no lo dejaría ir porque era él quien deseaba quedarse. Esa idea no me agradó, los pájaros más que cualquier otro animal representan el símbolo de la libertad, su naturaleza es volar y bien alto. En ese momento no dije nada, lo noté cansado, pero tenía claro que apenas estuviera bien, lo dejaría ir, así que pasó un día más en casa.

La tarde siguiente los pericos regresaron, lo sacamos de la jaula y lo llevamos a la ventana,  parecía que lo llamaban y él respondía, Vanessa no quería soltarlo, finalmente lo hizo, pero Rafita no quiso irse, simplemente se quedó en la ventana mirando a su alrededor. Fue cuando Vanessa dijo, “ahora sí,  no te dejo ir, si al final eres tú quien desea quedarse”. Tenía razón.

Le propuse llevarlo a la terraza dentro de la jaula y dejarla abierta, así tendría  la libertad de ir y venir a su gusto. Así lo hicimos. Esa tarde Rafita salió y se posó en mi planta favorita, una de flores rosadas. Caía la tarde, él lucía feliz, libre, y la luna era testigo.  En eso pasó un perico y emprendieron el vuelo juntos, Rafita se había marchado. Nos alegró saber que no estaba solo, había encontrado compañía.

Continuará….