ENCUENTRO
30 marzo, 2022EL PAJARITO
22 abril, 2022
Acompañé a mi esposo a realizar un trámite de renovación de equipo celular. El salió a la caja a realizar el pago para proceder con el cambio, y yo me quedé sentada en la oficina esperando a que regresará. En eso entró un señor mayor, no le pondría menos de 80 años. Le preguntó a la joven de manera cortés si lo podía atender, me vio ahí sentada y asumió que era mi turno. La joven le respondió que yo solo esperaba por mi esposo, y mientras lo atendería con mucho gusto.
De todos modos, él le hizo saber que su consulta sería rápida. Necesitaba que lo ayudara a cambiar el tono de su teléfono, no le gustaba el que tenía. No tuvo problema en decir que era nuevo en eso, refiriéndose al celular. Lo miré y me dieron ganitas de darle un abrazo. ¡Que ternura! Lo que para él era complicado mis hijos adolescentes lo podían hacer con los ojos cerrados.
Debe ser un equipo nuevo, pensé, pues los celulares existen hace muchísimos años. No podía ser su primer teléfono. En ese momento recordé a un profesor de literatura que no le gustaban los celulares inteligentes, él decía que le parecía absurdo estar pegado a eso todo el tiempo, desconectados de los que tenía cerca, y además que no lo dejaran tranquilo ni un momento con tantos mensajes, él no quería eso para su vida. Y sí tenia uno, pero solo podía hacer llamadas, era un “periquito” de los primeros. No sé si haya cambiado de opinión a estas alturas.
El señor insistió en que quería una música alegre, bonita, dijo. La chica probó varios tonos, y nada, inclusive hubo uno que le pareció fúnebre.
Ella siguió probando, y encontró lo que él buscaba. Yo también deseé que escogiera ese, sonaba alegre. Primer asunto resuelto.
También él quería saber por qué le aparecían unos mensajes resaltados, yo supuse que eran WhatsApp no leídos. La joven muy amable le explicó que debía abrirlos para que ya no le salieran de esa manera. Él le pidió que lo hiciera ella para ver como era el asunto. Así lo hizo y con paciencia le explicó.
Una vez resolvió sus dudas, guardó el celular en el bolsillo de su camisa, y se dispuso a salir, bastante satisfecho, yo lo noté bien alegre como el tono que había elegido. Dio las gracias, y antes de abrir la puerta, se escuchó una voz melodiosa que le decía: “Hola Francisco soy tu asistente personal, voy a ayudarte a organizar tu día” Me pareció que ni él mismo sabía de dónde venía esa voz, pues miró en diferentes direcciones, y regresó con la joven que lo había atendido, buscando una respuesta. La joven le dijo que seguramente había activado la App sin querer. El sacó el celular y se lo entregó, ella volvió a resolver.
El señor se echó a reír, al igual que todos los presentes, cuando dijo, ella (refiriéndose a la vocecita) también debe saber que soy principiante y necesito ayuda con esto. Pensé, ¿Qué App será esa?, no suena nada mal que te ayuden a organizar tu día. Entonces descubrí que yo también necesitaba aprender respecto a ese tema.
El señor se retiró, y yo me quedé pensando que realmente no hay edad para ser principiantes en nada, solo debes tener el coraje de aceptar que no sabes sobre algo, y por supuesto tener el interés de aprender si realmente lo deseas.
Un señor con tanta sabiduría sobre sus espaldas, todo un doctor, porque era médico, sin ningún temor de pedir ayuda y de admitir que no sabía usar un celular, su funcionamiento. Él quería resolver y se tomó el tiempo de ir hasta aquella oficina no solo para solucionar, sino para aprender a hacerlo por él mismo.
Sin duda este interés le daba vida, él no solo deseaba un cambio de tono, buscaba uno que le alegrará los días al sonar, asumo que independientemente de las llamadas, la música era muy importante. Es de los míos, me dije.
Sigamos el ejemplo de este señor, educado, caballeroso, respetuoso, profesional, con un inmenso deseo de aprender algo nuevo. Esto es un fiel ejemplo de que sin importar la edad, siempre habrá algo en lo que seremos principiantes.