BLOIS, FRANCIA.
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BLOIS, FRANCIA.

Llegamos a Paris un viernes. Al día siguiente hicimos un viaje en tren de hora y media  a Blois, una ciudad con un estilo medieval en sus edificaciones, pintoresco, lleno de castillos e historias.  Este paseo fue muy divertido y curioso a la vez. Fuimos con una amiga que vive en Francia.

Al llegar pasamos frente al Castillo de Blois, ubicado en pleno centro de la ciudad, custodiado por sus inmensas murallas.

Eran las once de la mañana, no habíamos desayunado, así que eso era lo primero que haríamos. Caminamos por unas calles estrechas y encantadoras, y no encontrábamos un lugar que tuviera menú de desayunos que era lo que buscábamos. Finalmente entramos a un café, más bien parecía una pastelería, pero conseguimos un buen café, quiche, que venía con una ensalada de lechuga.  Compartí un delicioso flan con mi esposo. Un desayuno diferente para nosotros.

Empezamos a descubrir el lugar, caminamos hasta llegar a la orilla del Rio Loira, el día estaba soleado, mientras nos tomábamos un par de fotos, fuimos rodeados por un grupo de niños preciosos, scout, que junto a sus maestros vendían unos calendarios 2022, más bien era una donación lo que solicitaban, nuestra amiga colaboró con ellos. Felices siguieron con su recolecta.

Seguimos hasta llegar a la Iglesia de San Nicolás, entramos y nos recibió el silencio, custodio de quien sabe cuántos siglos de oraciones ahí guardadas,  me llamó la atención un instrumento que parecía un piano de madera, parecía pedir a gritos que lo tocaran.

Era sábado, nos encontramos con un bazar, donde se vendía desde vegetales hasta artesanías.

Una vez terminado nuestro recorrido, decidimos tomar el bus que nos llevaría al Castillo de Chambord, el principal objetivo del día.  Esperamos más de media hora y nadie sabía darnos razones del bus, que se suponía debía salir a la una en punto. La gente no parecía muy cordial y el idioma no nos ayudaba mucho. Finalmente decidimos llamar un Uber, así llegaríamos más rápido.

Debo mencionar que hasta que subí al tren en Paris supe para donde iba, mi esposo quería que fuera sorpresa, yo solo sabía que debía levantarme temprano porque iríamos de paseo.  Se acercaba nuestro aniversario de bodas, y él sabe que me gustan mucho los castillos y quiso sorprenderme, y lo logró.

Llegamos al castillo y realizamos una visita con audio guía, el castillo es inmenso y cada sala o habitación cuenta una historia de sus dueños. El castillo no era su residencia habitual, más bien fue construido para servir sólo como un pabellón de caza para el Rey Francisco I.

Los jardines del castillo son bellísimos y extensos.

Pasamos un día genial, lleno de historia y anécdotas. Al finalizar la visita, nos sentamos a tomarnos un vino y a saborear unas crepes. Eran casi las cinco, hora de regresar a la estación, debíamos tomar un tren que nos llevaría a Tour, otra ciudad, antes de regresar a Paris.

El plan era llamar un Uber o Taxi, como habíamos llegado, el tema fue que no tenían servicio de trasporte, al parecer solo podías tomar un bus de regreso, el mismo bus que nos cansamos de esperar al principio.   Empezamos a buscar opciones para regresar, nuestra amiga por suerte manejaba bastante bien el francés y trató de preguntar, pero nadie sabía nada, las personas empezaban a salir y se dirigían a sus autos. Había un grupo de buses esperando, pero eran tours privados, y nosotros ahí sin saber cómo regresaríamos. Al parecer éramos los únicos perdidos.

Gracias a Dios apareció nuestro ángel, una francesa que nos ayudó, y no solo nos dedicó su tiempo y sus minutos de celular para conseguir un taxi, sino que empezó a detener a las personas que salían para que nos guiarían al área donde el taxi llegaría.  Varias personas le respondieron que no sabían, hasta que dos mujeres que iban con dos niños le dijeron que sabían, y amablemente nos guiaron. Al principio parecían tan perdidas como nosotros, caminamos hasta un extremo del estacionamiento y luego tuvimos que regresar y tomar otra ruta, la joven llamó al número que teníamos del taxi y él le indicó donde se encontraba. Nos dirigimos a esa salida y lo vimos, le hicimos seña con las manos y corrimos para que no se marchara. Finalmente estábamos de regreso a la estación.

El señor del taxi fue extremadamente amable, nos iba dando nombres de los castillos que encontrábamos en la ruta de regreso y hasta paró en un punto donde nos aseguró se tomaban las mejores fotos de Blois al caer la tarde. Tenía ganas de conversar, nos comentó que justo en el Castillo de Chambord se estaba rodando una filmación cinematográfica con una artista famosa de Paris, nos mencionó el nombre y ni idea teníamos, siguió mencionando nombre de artistas famosos y sus películas, la conversa entre el  inglés y francés fue bastante larga y amena.

Subimos al tren, y en treinta minutos estábamos en Tours, prácticamente fue una parada para cenar, pues se tardaron bastante para traer la deliciosa comida así que no tuvimos oportunidad de caminar por el centro, regresamos a la estación y tomamos el tren a Paris.  Llegamos casi a la media noche a Paris, acompañamos a nuestra amiga hasta su casa en un Uber, y luego regresamos a nuestro hotel.

A esa hora la ciudad estaba más viva que nunca, algarabía y alegría por todos lados, las personas caminaban, se veían muy relajadas como si el día apenas estuviera comenzando.

Sin duda, este fue un paseo al pasado y una carrera por volver al futuro, un día bonito de aventura para recordar.

 

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