Quería volar para estar más cerca de Dios, pero no tenía alas. Se le ocurrió abrazar a los ángeles, y así elevarse junto a ellos. Buscaba un sitio en las alturas donde llenarse el alma. A medida que rebasaba las nubes se iba sintiendo más cerca de lo divino, sentía una plenitud incomparable, así se fue despojando de todo peso y aquello que la alejaba de su misión, acercarse más a Dios. Y lo logró, estaba a otro nivel, por encima de todo lo terrenal y humano. Se llenó de silencio y soledad, pero la plenitud empezó a disiparse. No lo entendía. Hasta que dirigió su mirada abajo y pudo ver a sus seres queridos y amigos con los ojitos tristes, y llenos de lágrimas por su indiferencia. Miraban en todas direcciones, buscándola, querían su abrazo, pero ella no estaba, tenía que salvar muchas almas, y en esa misión, perdía a las más nobles que se habían cruzado en su camino, esas a las que aún el corazón les latía fuerte.
Cuando vio a Dios observándola con decepción se postró a sus pies, lo besó diciendo, fuiste, eres y serás mi prioridad. ¿En que he fallado? ¿Por qué no sientes, ni siento tu cercanía?
Él respondió: Porque no estás cerca, lo que estás es confundida. Te rodeé de personas maravillosas y te doté de una vida hermosa, debías cumplir tu misión y santidad siendo la mejor que puedas ser como ser humano, con eso, me honras, me alabas y estás más cerca de mí, tanto que nuestros corazones laten a la par, tanto que estoy entre el abrazo y el beso que regalas. Te amo, regresa y no pierdas el camino buscándome donde no estoy, yo siempre estaré a tu lado. Ve y cumple con tu misión, acércate más a mí, ahora sabes cómo.
Minnie