AGUAFIESTAS
FLORES MARCHITAS
11 enero, 2021
ELOGIO DE LA LENTITUD
27 enero, 2021

AGUAFIESTAS

Uno de estos días mientras me preparaba para hacer mis ejercicios, mi esposo se acercó al área de la cocina, y vio que le preparaban una arepa a nuestro hijo. Preguntó entusiasmado, ¿por qué a mí no me ofrecen una de esas? Me extrañó. Me acerqué y le recordé que en la noche había pedido para desayunar un pancake, de esos que le encantan, preparado desde cero en el procesador y con todo medido, su proteína, avena, fruta, grasa sana, etc. Era cierto, pero al parecer en ese preciso momento le había provocado una arepa. Él no es de comer mucho carbohidrato y menos en el desayuno. Así que seguí, ¿Arepa? Estoy segura que mi cara tenía una expresión de, lo dudo. ¿Con qué te la comerás? ¿Huevo, queso, o te gustaría otra cosa? Me miró indeciso, y cambió de parecer de inmediato. Pidió su pancake, otro día se comería la arepa. Mañana tal vez, dijo. Supe que de alguna manera fueron mis comentarios lo que le hizo cambiar de idea.

Fue en ese momento que pensé, en cuántas ocasiones le aguamos la fiesta a los demás, o permitimos que nos las agüen a nosotros, literalmente, por intervenir con un comentario o una opinión que no nos han pedido.  Y sin pensar allá va un ¿No crees que sería mejor con…? ¿Qué te parece si…? O peor aún, sé que no me has pedido mi opinión, pero yo creo que… y la lista es interminable. Es así como muchas veces quedamos haciendo algo distinto a lo que teníamos en mente, y después nos arrepentimos de no haberlo hecho.

En mi caso, lo hice con la mejor intención de ayudarlo a escoger conscientemente su desayuno. Lo conozco demasiado, y justo por eso debí guardar silencio, estoy segura que se hubiera comido la arepa. Igual mi esposo se comió su pancake feliz, y yo seguí haciendo mi rutina, él no le dio ninguna importancia, no la tenía, además él es disciplinado, organizado, metódico, así en que nada se había alterado su plan inicial.

Esto no fue nada serio, pero me hizo reflexionar en cómo afectan nuestras palabras a los demás, más bien mis palabras. Estoy clara que hablo de más. Muchas veces me he hecho la promesa de escuchar, hacer silencio, no interferir, de no dar consejos u opiniones que no me han pedido. Me cuesta mucho, y no sé si es porque soy la hija del medio, tengo dos hermanas mayores y dos menores, y me creí la historia que de alguna manera yo soy el balance, la conciliadora.  Y sí a esto le agrego que siempre me han interesado los temas de autocuidado y bienestar integral, mente, cuerpo, y espíritu, creo firmemente que de la mano de Dios somos los creadores de nuestro destino, desde la manera en que pensamos, nos alimentamos y vivimos. Los que me conocen saben que me gusta compartir esta filosofía. Siempre me enfoco en lo  bueno, tengo una palabra de ánimo y esperanza para todo, pienso en positivo, confió y espero lo mejor, es la mejor manera de vivir y lo digo con autoridad porque funciona para mí, pero debe quedar hasta ahí. No por que funcione para mí debe ser igual con los demás.

Tengo mucho que aprender y mejorar, y a estas alturas de mi vida he comprendido que no tengo que salvar a nadie, con ser útil y estar dispuesta a colaborar cuando me lo pidan es más que suficiente. Es la mejor manera de demostrar el amor por los demás. No llenándolos con mis ideas o criticando las suyas. Todo está bien. Solo debemos tener claro que es lo que realmente queremos, para nuestra vida, en el ámbito que sea. Somos seres tan distintos que las enseñanzas llegaran a cada persona en el momento que lo necesite,  en el tiempo y por el medio adecuado para cada uno.

 

Minnie

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.