Procuro mantener en casa flores frescas, rosas, claveles, etc. Me encantan, por su aroma y belleza. Además, el aire se siente más limpio y crean un ambiente hermoso, de calma y relajación. Forman parte de mis compras semanales. Tenía unas rosas que ya estaban marchitas, y venía el fin de semana de cuarentena total. Así que, para variar y adornar mi fin de semana, esta vez pedí por deleviry unas Alstromelias lila, y unos vegetales frescos a un comercio de la localidad.
Los vegetales llegaron perfectos, pero resulta que las flores que me enviaron estaban marchitas, y algunas literalmente “desnucadas” con el tallo quebrado. ¿Cómo era posible que alguien hubiese despachado unas flores en tal estado? ¡No cabía en mi cabeza! Pensé en dejarlo así, eran solo 5.00, pero no se trataba del dinero, yo tenía todo el derecho de solicitar un reemplazo o devolución, además de informar el estado en que había llegado mi producto. Y así lo hice. Fui al IG y contacté a la empresa por DM, les envié una copia de pantalla del pedido, y también fotos de las flores, que ya ni flores parecían. ¡No podía ni verlas!
Respondieron de inmediato, me pidieron disculpas, y me agradecieron por informarles, me aclararon que se caracterizaban por brindar un buen servicio y productos de calidad, cosa de la que yo daba fe. Las rosas las había pedido en el mismo lugar y estaban divinas. Justo por esa razón decidí contactarlos. Igualmente les agradecí la atención y su disposición de reemplazar el producto, y en unos treinta minutos llegaron las nuevas flores, pero antes me llamó una joven de la empresa para pedirme la ubicación, por su tono de voz, me dio la impresión que era su empresa, y hasta me pareció que ponía en duda la veracidad de mi reclamo. Le parecía extraño que las flores estuvieran marchitas, me dijo que las que ella me traía estaban súper frescas. Me preguntó si mi pedido era del día. Sí, era del día y realizado hacia menos de una hora, le contesté. Volví a enviar, esta vez a su celular, las fotos y la orden de mi pedido, pues supe que ella no fue quien me atendió por IG. Respondió con un O.K, la llamo cuando estoy cerca. No estaba muy feliz y así se escuchaba. Estaba bien para mí, no era mi asunto. Yo solo quería mis flores. A pesar que le había enviado la ubicación, se perdió. Me mandó mensaje de voz, según me indicaba, no le había dado bien la dirección. Respondí igual con mensaje de voz explicándole con manzanitas la ruta que debía tomar, por suerte estaba cerca. Ahora sí que no sonaba nada feliz. Finalmente llegó, yo no bajé, envié a mi asistente. La verdad, las nuevas flores no estaban ni bonitas, ni súper frescas, pero sí mucho mejor que las anteriores, yo les daba un día más de vida. Reconocí que esta variedad era de las delicadas.
Mientras miraba las flores moribundas me puse a pensar lo marchito que pueden estar algunos corazones y como esto nos puede afectar en nuestro diario vivir. De seguro la persona que despachó el primer pedido tenía la cabeza en otra parte, o quizá no le prestó la debida atención porque no le importaba pues no era su negocio. Pero qué había del corazón de la supuesta dueña, tampoco se escuchaba muy floreciente. No tenían idea que la persona que esperaba por sus flores lo hacía con alegría y entusiasmo, y ya tenía listo el jarrón en el lugar donde las ubicaría, en el centro de la mesa del comedor, al lado de la Virgen Rosa Mística. ¡Se ve tan radiante rodeada de flores frescas! Pero, esta vez las flores no producían ese efecto en ella.
Cuando algo nos interesa de verdad, sea lo que sea, se nota, lo hacemos bien, no existen las excusas, nos entregamos por completo, y damos lo mejor de nosotros mismos, es ahí cuando nuestro corazón florece y aromatizamos todo a nuestro alrededor con nuestra actitud. Y muchas veces no nos damos cuenta, pero andamos por la vida como flores marchitas, cabizbajos o malhumorados desperdiciando, la paz y la alegría, la fragancia natural de nuestro ser.
Minnie