En estos últimos días de mayo el mundo anda más que revuelto. Por un lado la inconsciencia colectiva, pareciera que aún no han entendido el peligro que representa el Covid-19. Me he quedado de una pieza al ver las playas en Estados Unidas repletas, mientras los cuartos fríos, de ese mismo país, también repletos de aquellos que pasaron a mejor vida. Todo danzando a la vez, la vida y la muerte, al mismo tiempo.
Sin lugar a dudas la noticia triste y amarga de la semana a sido la muerte del señor George Floyd en Minneapolis en manos de un policía. El vídeo muestra la forma despiadada como el policía le presiona el cuello con su rodilla mientras él permanece en el piso. Cuánta maldad en los corazones de los seres humanos. El mundo vio como el hombre repetía, más bien suplicaba, que lo dejara porque no podía respirar y nadie hizo nada, y me refiero a los compañeros del policía que permanecían observando como si fuese algo normal. ¿Cómo es que ninguno fue capaz de decirle, ya déjalo? No existía la posibilidad de que se escapara, estaba esposado, desarmado, e inmovilizado en el suelo. Pero no, era un negro, delincuente y además criminal, de seguro eso era lo que pasaba por la mente de los policías. ¡Cuanto odio, racismo puro! Si el señor cometió o no un delito ahora es irrelevante, además ya no está.
La gente indignada, especialmente los de la comunidad negra, han salido a la calle por tres días consecutivos a protestar contra la discriminación racial. Como resultado, saqueos, incendios y daños comerciales. El gobierno ha tenido que desplegar la guardia nacional porque la ciudad arde, como también la indignación arde en el corazón del mundo entero.
Triste realidad, además cruel. ¿Qué nos está pasando? Parece que la pandemía no ha sacado lo mejor de muchos, como apostábamos al principio viendo tantos vídeos y reflexiones sobre la vida, disfrutar y apreciar lo que realmente era importante. Pensé que las personas habían entendido los frágiles que somos y lo poco que necesitamos, pero lo mucho que nos necesitamos los unos a los otros para vivir en paz.