Estaba en el supermercado y vi que una señora desde su carrito de compras trataba de alcanzar una caja. Me acerqué y le ofrecí ayuda. Ella quería saber si estaba vacía, necesitaba una. Esa tenía productos, se lo hice saber. Busqué a un personal del local, y le pedí a una joven que le consiguiera una. La señora me agradeció y nos despedimos.
Cuando me disponía a pagar, mientras el joven sacaba los productos de mi carretilla para ubicarlos en la plataforma, vi que la señora estaba atascada con otro carrito, chocaron, ella salía de un pasillo, y un señor mayor entraba.
Estaban justo frente a mí. Conversaban y se reían. Decían que esas cosas solían suceder, y que no pasaba nada. La señora no podía mover su carrito, pero decía con seguridad que lo lograría. Noté que el señor le sonría demasiado, y sí, le estaba coqueteando. La señora pudo moverse, y se disponía a seguir con sus compras, pero el señor trataba de detenerla, e insistía en saber hacia dónde se dirigía para seguir las compras juntos, así evitarían accidentes. Se rieron a carcajadas. Le preguntó ¿qué pasillo vas a tomar? Para ir juntos. La señora no respondió, solo sonrío y siguió.
Yo estaba tan metida en su película que me distraje, y fue la cajera quien me hizo volver, ¿tiene punto de oro? Señora, señora, alzó la voz. Avancé, sonreí y le dije, sí, si tengo.
Pensé ¿Qué le dará ilusión a un adulto mayor? Supondría que vivir de los recuerdos, pero ¿quién dijo que hay una edad para no intentarlo? Aprender algo nuevo, coquetear y pasar un buen rato, darle una chispa de alegría a cada momento, de eso se trata la vida sin importar los años que tengas. No quedarse con las ganas de nada e intentarlo. Sea lo que sea.
El señor estaba en sus noventa primaveras, y tenía la picardía de un Don Juan. La señora podía estar en sus ochentas, y su sabiduría femenina le pedía avanzar, aunque por segundos dudó, lo vi en su rostro. Y yo con mis cincuenta, curiosa e intrigada esperaba el desenlace de aquel encuentro casual. Me divirtió verlos, me hicieron sentir extremadamente joven.
La vida nos sorprende a diario con eventos maravillosos e inesperados, solo debemos estar atentos, observar, escuchar y disfrutar para no perdernos ni un solo capítulo de la historia, en la que a veces no somos protagonistas, como en esta, pero nos sentimos parte del elenco, porque tambien estuvimos ahí.