Estaba en la terraza viendo como se desvanecía el atardecer. Mi esposo llegó y me mostró el resultado de su hisopado Covid : DETECTADO. La prueba en sangre le había salido negativa.
Hacía dos días había presentado un leve malestar y un poco de ardor en la garganta, pero como había estado en un área donde se realizaban trabajos con gypsum supusimos que se debía al polvo porque al día siguiente ya no tenía ninguna molestia. Él ya tenía planeado realizarse todos los exámenes generales de control que nos hacemos anualmente, así que aprovechó para hacerse la prueba de Covid, consciente de que él estaba más expuesto por su trabajo. Mi esposo es médico, y aunque no estaba en la línea de batalla, sí estaba expuesto a diario, hacía consultas y operaba regularmente.
Lo miré y le pregunté, ¿te sientes algún malestar.? Me dijo, no, todo bien.
Me sentí tranquila, no tuve angustia ni miedo. Sabía que en algún momento podía pasar, y que fuera de esta manera, sin síntomas, era lo mejor. Por supuesto, como es un hombre responsable y disciplinado tomaba todas las precauciones. Aun así, el virus se coló por alguna grieta no sellada, un descuido involuntario.
Conversamos sobre los pasos a seguir. De inmediato me opuse a su aislamiento, si mi teoría era cierta para el día de la prueba, al menos ya tenía 3 días con el virus. Y como siempre, habíamos estado más acurrucados que los gatos, y los niños con nosotros, en nuestra cama viendo tv, o jugando.
Hablé con nuestros hijos. El niño se mostró tranquilo y atento a todas las indicaciones. En cambio, la niña empezó a hacer mil preguntas, y sus ojos se cristalizaron. Estaba ansiosa, luego le expliqué todo con detalle y se tranquilizó. Lo importante es que papi se siente bien y va a estar bien, le dije.
De todas formas, mi esposo inmediatamente se puso la mascarilla, y nos pidió usar máscaras faciales y aplicar el distanciamiento si nos encontrábamos en la misma área de la casa.
¿Cómo lo manejamos?
Yo desde el comienzo me hice la idea que ya lo tenía. Sería extraño que no me hubiese contagiado con tanta cercanía desde antes de la prueba. Estuvimos tranquilos y relajados porque gracias a Dios no hubo síntomas. Solo perdió el olfato por unos días.
Lo más difícil fue el distanciamiento, pues estamos acostumbrados a estar bien cerca. Por primera vez, en trece años no pudimos abrazar a nuestro hijo en su cumpleaños. Pedimos su comida favorita, y comimos distanciados. Mi hija comentó que este cumpleaños no era tan bueno. Le pedí que viera lo bendecido que éramos, papá estaba en casa, lo podíamos ver en cualquier momento, tenía el virus, pero sin síntomas. ¡Qué más podíamos pedir! Sobre todo, sabiendo que muchos tenían que pasar su contagio en hoteles, y hospitales. No quiero, ni me puedo imaginar lo difícil que sería vivir algo así.
En casa comemos saludable, hacemos ejercicio, y gracias a Dios no tenemos ninguna condición de riesgo. Aun así, el virus actúa distinto en todos los organismos. Desde el día uno lo tuve claro, por eso cumplimos a cabalidad todas las normas y medidas impuestas por el gobierno para evitar el contagio. El virus existe y puede ser fatal en algunos casos, como ya lo hemos visto. Nadie tiene la manera de saber cómo se comportará al llegar a su cuerpo, por eso todos los días oraba y pedía a Dios nos protegiera de todo peligro, y que se hiciera su santa voluntad, porque en verdad nadie puede decir que está seguro, sobre todo si necesariamente tenías que salir, como era el caso de mi esposo, a su trabajo.
Los días fueron pasando y cada día nos sentíamos más relajados, mi hija y yo olvidábamos usar las máscaras faciales, solo mi hijo cumplió al 100% las normas establecidas en casa desde el primer día. ¡Salió disciplinado a su padre!
En nuestro caso ayudó muchísimo que podíamos vernos a diario, y apoyarnos como familia, en ningún momento mi esposo se sintió solo o enfermo, no hay duda que el amor sana y reconforta. Todo es más fácil si estamos juntos. Aislarlo hubiese sido un castigo para todos, sobre todo para él que se hubiera privado de la alegría de ver a los niños.
Después de más de 15 días de distanciamiento, más no aislamiento, nos volvimos a abrazar, y fue hermoso. Una alegría inexplicable invadió todo mi ser. ¡Dios es maravilloso!
Una semana después de nuestra cuarentena todos en casa nos hicimos las pruebas y salimos negativos. Ahora cuando salgo a hacer las diligencias tengo otra mentalidad, igual tomo todas las precauciones porque sé que el virus sigue ahí, pero una sensación de confianza y liberación me acompañan. La vida continua, pero no debemos relajarnos en extremo, si es necesario salir debemos cuidarnos, usar las mascarillas, distanciamiento y lavado de manos frecuente.
Gracias Dios por todo.
Minnie